I
El aire que respiras,
sin saberlo,
es el mismo
que alimenta
los poemas
y los sueños;
la materia prima
de los versos;
el recipiente infinito
donde se mueven
y se tocan
nuestros cuerpos.
Aire y versos.
Materia y sexo.
No habrá día,
mientras haya vida,
en que quiera
prescindir
de todos ellos.
II
Cuando
me quedo
a solas
con mis
pensamientos,
escuchando
las voces
que retumban
en mi cabeza,
saco fuerzas
de flaqueza
para escribir
tu nombre
en cada losa
y, así,
acariciando
el trazo
de cada letra,
convertir
tu ausencia
en la esperanza
de mi paciencia.
III
Sentado
sobre el suelo,
buscando
una mirada
entre las piedras,
la casa
convertida
en arena
y las calles,
y las noches,
y las cervezas,
en las paredes
de mi sala
de espera.