No quiero dinero.
Puede que lo necesite,
pero… ¡no, no lo quiero!
¿Me habéis escuchado todos,
pobres ricos usureros?
Yo sólo quiero pan, vino y tiempo.
Nada me importáis
ni vosotros
ni vuestros
asquerosos negocios,
porque, para mí,
el único interés
que vale
es el siguiente:
vivir la vida
tal y como me sale,
junto a los míos,
¡ese es todo mi aliciente!
Y si vuestro corazón podrido
os manda hacer infelices
a los demás
con hipotecas impagables,
trabajos innombrables,
tripas con hambre
y hasta con penas,
en ocasiones, de cárcel,
ese no es mi problema
ni soy yo el responsable.
Porque el mío,
ya sea alegre,
herido o,
mejor, querido,
tan sólo ansía vernos
a los pobres,
a los poetas,
a los parias,
a las putas,
a los borrachos,
a los niños,
a los vagos,
a los soñadores,
a los perros,
a los torpes…
disfrutar sin vosotros
de nuestra humilde libertad.